Un cuento que me contaron hace tiempo, no recuerdo quién:
Érase una vez una liebre que paseaba alegre por el campo cuando se le acercó un cerdito. El cerdito le preguntó:
– Hola, liebre, ¿qué haces por aquí tan sola? ¿Estudias o trabajas?
– Pues estoy paseando por aquí, tan tranquila… y ya que preguntas, estoy con una beca del Ministerio haciendo la Tesis Doctoral…
– ¡Qué interesante! Yo soy un cerdo muy inteligente… igual te puedo echar una mano… ¿de qué va?
– Pues trata de cómo las liebres se comen a los cerdos como tú…
– ¡Venga ya! ¡Eso no puede ser! ¡Qué tema de tesis tan absurdo! ¡Cómo se va a comer una liebre a alguien como yo…
– Pues sí… ya tengo algún resultado. Estoy pendiente de la revisión de un artículo que enviamos a una revista del JCR… Pero si quieres acompáñame a mi madriguera y te enseño lo que estoy haciendo…
El cerdito, ni corto ni perezoso, no dudó ni un segundo en aprovechar esa oportunidad de acompañar a la liebre a la madriguera.
A los pocos minutos de que la liebre y el cerdito entraran en la morada de la liebre, un asno que pasaba por allí se sorprendió de repente por unos ruidos extraños que salían de aquel agujero. Parecía como si se estuviera produciendo una lucha desesperada, como si alguien estuviera sufriendo un gran dolor infligido por alguien despiadado. El jumento aguzó el oído:
– ¡No! ¡por favor! ¡No me comas! ¡Esos jamones son míos! Ahhhhrrrrggggg!
El pollino se quedó petrificado ante todo aquel sufrimiento.
Al poco tiempo salió la liebre de la madriguera cantando alegremente. Al ver al burro delante de su puerta con aquella expresión de ansiedad, la liebre le preguntó:
– ¿Qué te pasa, querido asno?
– ¿Estás bien? ¡Sonaba como si alguien estuviera siendo víctima de una atroz carnicería ahí dentro!
– ¡Ah! ¡No pasa nada! Todo está bien.
– Pero, ¿y esos lamentos? ¿Todo ese sufrimiento?
– ¡Nada de que preocuparse! Estaba trabajando en mi Tesis Doctoral y a veces resulta algo aparatoso…
– ¿Estás haciendo una Tesis Doctoral?
– Pues sí… Es sobre cómo las liebres se comen a los burros…
Liebre y asno empezaron a porfiar sobre la pertinencia o no de tal tema de investigación. De hecho, el asno era bastante escéptico sobre la propuesta de nuestra joven liebre. Al final, acordaron que el asno acompañaría a la liebre a su madriguera para mostrarle cómo se estaba desarrollando su trabajo de tesis.
Cuando entraron en la casa de la liebre, el burro se encontró de repente delante de una enorme leona. Una leona de afiladas garras, poderosas mandíbulas y ojos desafiantes. Sin tiempo para reaccionar, la leona se abalanzó sobre el pobre pollino y comenzó a despedazarlo sin piedad.
Mientras tanto, la liebre observaba divertida, diciendo para sí:
– La verdad es que tenía dudas sobre este proyecto de Tesis Doctoral. Pero qué razón tenían cuando decían que lo importante no era el tema. Lo verdaderamente importante es el poder de la persona que te la dirige.
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