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La madre que parió a Islero

Uno de los trofeos expuestos en el Museo Taurino de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla que más llama la atención es la cabeza disecada de Islera, la madre del toro que mató a Manolete. Mi primer pensamiento al cruzarme con la mirada de esa pobre vaca, o mejor dicho, con la interpretación de esa mirada que en su día esculpió el taxidermista, fue algo así como «Sip. Yo también me pregunto qué haces tú aquí».

La explicación vino un poco después. Resulta que cuando un toro mataba a un torero el ganadero sacrificaba sin contemplaciones a la madre del astado en cuestión, ya que según la tradición, mientras que las características físicas del animal se heredan del padre, la personalidad se hereda directamente de la madre. Es decir, si el toro es tan bravo y tan listo como para jugársela de un modo letal a un maestro del toreo, la culpa la tiene la vaca que lo parió. Y muerta la vaca, muerta la génesis de futuras rabias.

Os imaginaréis las caras de los guiris cuando les traducían estas explicaciones, y eso que las traducciones eran versiones foreigner friendly, no fuera a ser que a alguien de otras latitudes se le pusiera mal cuerpo.

De todos modos, tengo que reconocer que también nos dieron aclaraciones que ayudaran a calmar los ánimos: no se trata de una actitud de venganza, no es eso. Es una tradición, o como mucho una cuestión de machismo.

En calquier caso era la costumbre. Afortunadamente ya no lo es. Por ejemplo, nadie mató a la madre de Provechito, el toro que corneó a Iván Fandiño.

Publicado en Historias

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