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Conquista

Él estaba sentado al fondo del bar, con la mirada fija en la puerta. De repente entró ella y él se puso en guardia. Cuando se cruzaron sus miradas él se volvió a sentar sin apartar la vista de ella, siguiéndola con los ojos. Ella únicamente esbozó un gesto de indiferencia y se dirigió resuelta hacia la barra. Eligió el primer taburete libre y se sentó.

De repente, y mientras ella daba pequeños retoques a su aspecto físico, él se volvió a levantar como accionado por un resorte y se dirigió rápidamente hacia ella. Se sentó en el taburete contiguo y se quedó mirándola con un gesto entre apremiante y curioso. Ella ni se molestó en devolverle la mirada.

Él se abalanzó sobre ella sin avisar, y ella reaccionó de manera instintiva, primero apartándose y luego marcándole la cara con las uñas, quizá para siempre. Él reaccionó al rechazo cayendo de nuevo en su taburete como si hubiera rebotado contra un muro de hormigón. Se quedó quieto un momento, desconcertado, y abandonó corriendo el local dejando tras de sí una estela de botellas y vasos rotos.

El camarero no daba crédito. Sólo acertó a susurrar:

– ¡Malditos gatos!

Publicado en Historias

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